La terrible madre monstruo observó con todo el amor materno,
del que es capaz una de su género,
a su engendro bebé; lo acunó lentamente
entre sus tentáculos,
lo cubrió de besos nauseabundos,
le musitó gruñidos
tiernos en los receptáculos auditivos
y lo devoró sin afanes con mucho cariño.
Edgar Tarazona Angel
Finalmente, se manifestó su "naturaleza" de monstruo.
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